Sí, ya sé que dije que iba a
dedicar dos entradas a San Juan; pero van a ser tres, y de verdad que me quedo
corto. También prometí ser más breve y conciso, y el resultado son unas
entradas más largas y farragosas que nunca. Pero en cuanto vean la foto del
final entenderán que no podía dejar pasar estos comentarios.
La noche de San Juan volvimos a
ir a mi casa de origen, Bidaerreka, a renovar el rito del fuego (ver entrada
anterior). No me voy a alargar con el disgusto de mi tía al comprobar que le
habían llevado sorgin-iratzea en vez de sanjuan-iratzea. Dijo que no importaba,
pero, ante su cara compungida, mi prima cogió el coche para volver al cuarto
de hora con el helecho apropiado.
En orden de lectura: sanjuan-iratzea o helecho de San Juan, sorgin-iratzea o helecho de brujas, elorria o espino, lixarra o fresno. |
A la mañana siguiente me acerqué
a San Juan Xar, en Igantzi, en Bortziri, las Cinco Villas de la Montaña
navarra, en el mismo valle del Bidasoa en que está Irun. Es un paisaje muy
umbrío y siempre húmedo. De hecho, bajo la cueva donde se celebra misa hay una
fuente con tres caños en la que se lava la gente y deja tendidas las ropas con
que se secan, hasta pañuelos de papel en la actualidad. Se pretende así curar enfermedades
de la piel, pues se supone que el agua absorbe el mal y este pasa a la ropa.
Cuando mi barrio era rural, hace medio siglo, Maria Errotakoa (aunque
la casa ya no era molino) llevó a su hijo Javier, que se curó de no sé qué
enfermedad de la piel que la medicina no acertaba a diagnosticar. También me
constan casos al revés. Y es que sin fe… Ese año he contado casi un centenar de
prendas. De pequeño asistí por lo menos una vez a la misa, no sé si con
voluntad de curar algo por parte de mi madre (mi padre hacía de chófer, porque de
todo esto no le interesaba ni su lado folklórico). Solo recuerdo que me parecía
un paisaje fascinante para jugar a indios, entre rocas, musgos, regatas… Este
año me he fijado más y he reconocido a vecinos míos, vecinos del portal de al
lado, que hace unas décadas también vivían en el mismo barrio rural que yo. ¿Fe,
inercia, nostalgia, aprovechar un espléndido día en un hermoso paraje? Tal vez
de todo un poco. Yo buscaba información para este blog, y renovar recuerdos
familiares.
Ya he dicho que en el pensamiento
tradicional el tiempo cíclico, con sus fechas anuales, es mucho más importante
que el histórico, y que son a menudo los lugares los que tienen fuerza mítica, pues
parecen favorecer que ocurran en ellos hechos sobrenaturales. Si San Juan es la
fecha por excelencia, San Juan Xar es el sitio por excelencia. Mis bisabuelos
iban desde Baztan hasta allí a pie por el monte. Salían al oscurecer y llegaban
al amanecer. Su hija, mi abuela, llamaba San Juan Xahar (viejo) a la víspera,
23 de junio, y San Juan Berri (nuevo) al día 24. En euskara Navidad es
Eguberri, literalmente Día Nuevo. No he oído a nadie más ese distingo tan
solsticial del medio año. Si alguien tiene noticia de algo parecido, por favor
que me lo comunique.
Y para ir acabando: más allá de
los disgustos de mi tía, ¿de verdad es tan diferente en sus virtudes un helecho
de brujas del de San Juan? Y no me refiero a diferencias taxonómicas, sino
míticas. ¿Acaso no es San Juan el santo más pagano? Algunas mujeres llevaban a
misa ramos de flores y plantas, en busca de una bendición cristiana añadida. San
Juan Xar está plagado de sorgin-iratzea y no de sanjuan-iratzea. La gente a la
que pregunté, incluso la adulta, ni sabían que se llamaban así porque no
distinguen más helecho que el utilizado (aunque ya en desuso) como abono. En la
Garrotxa dicen (decían) que los helechos corren a medianoche de San Juan. Quien
los atrape sin volverse atrás a mirar quién produce ruidos terribles, se
enriquecerá. No especifica qué especie de helecho.
San Juan Xar el 24 de junio. Aunque en la imagen no se aprecia bien, sorgin-iratzeak sobre las ropas a ambos lados de la fuente. |
Y para
acabar, esta vez sí de verdad: en cuanto vi las ropas extendidas me acordé de
las robas estesas de las encantarias la nit de San Chuan de Castanesa, que en
benasqués o patués les contaba hace unas entradas. ¡No me digan que no! Así
como con ellas el ladrón se apropia de la riqueza (ojo: recuerden que tuvo mal
fin), si alguien se llevara una ropa dejada en San Juan Xar se llevaría también
el mal que alguien dejó en ella. Rara vez ciencia y mito coinciden, pero en San
Juan hasta eso es posible, y podemos afirmar que su energía ni se crea ni se
destruye, solo se transforma.
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