2012/06/13

Mitos y ritos

Autocrítica: he releído algunas de las entradas anteriores  y me he asustado de todo lo que quiero contar en tan poco espacio: si yo apenas me sigo, ¿quién me va a entender? Y eso que cada dos párrafos añado que “eso daría para otra entrada”. Prometo corregirme desde ahora mismo, pese a que el tema de hoy ya ha dado, a estas alturas, no varias entradas de blog, sino varios libros.

El jueves pasado se celebró el Corpus Christi… en muchos lugares el domingo. De todo el espacio pirenaico, la celebración más conocida es la Patum de Berga, declarada hace poco patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y presentada en el ya citado Congreso de Graus: http://www.lapatum.cat/
En las localidades que siguen la línea bajonavarra y laburdina se celebra Besta Berri. No sé si en otras lenguas se mantiene una denominación del Corpus que, casi ocho siglos después, resulta chocante: “Fiesta Nueva”. ¿Tal vez porque el nombre vasco recuerda a udaberri? Traducida literalmente, la primavera vasca es “verano nuevo”. Sea como sea, el Corpus es la exaltación la primavera más exultante o primer verano. “Eguzki Saindua”, Sol Santo, es la custodia en forma de sol radiante que se ensalza en procesión.

Jamba del Ayuntamiento de Heleta: la custodia entre dos candelas. Las tensiones
caracterizaron las Besta Berri de la Tercera República Francesa, que defendía el laicismo
y por tanto la no participación de autoridades civiles o militares en procesiones religiosas.
En apariencia, la Patum y las Besta Berri solo tienen en común el origen religioso, lo que nos lleva a una interesante pregunta relacionada con este blog: ante las evidentes reminiscencias paganas del Corpus (ahora lo vamos a dejar solo en la profusión de elementos vegetales) y otras fiestas, ¿fue la Iglesia quien decidió reconducirlas a su propio ámbito, o fue la religiosidad popular la que necesitó revestir con elementos que le resultaban significantes una celebración impuesta por la oficialidad? Sea un caso o sea el otro, ¿hasta qué punto eran procesos conscientes, o simplemente el resultado de una lógica que ahora se nos escapa por incomprensible? La respuesta, si la hay, es inabarcable en un blog. Me voy a conformar con muchísimo menos.
La tricolor republicana francesa ondea mientras los "oficiales" de aire decimonónico
se arrodillan ante el altar. También en la iglesia, los "zapurrak" (sapeurs, zapadores),
han dejado sus altos morriones en el suelo para vestir la clásica boina vasca.
Sus "hachas" están pintadas con los colores de la ikurrina, la bandera vasca,
que también desfila tras cuatro tricolores. 
Los "soldados", en cambio, más parecen
paisanos armados, cuya presencia está constatada antes de la Revolución Francesa.

En Heleta solo hay mujeres en la banda de música, y detrás en la procesión,
además de niñas de blanco arrojando pétalos de rosa. Los componentes
y disposición de cada Besta Berri varían según localidad...
entre las que la mantienen o la han recuperado .
Tanto la Patum como las Besta Berri son rituales de autoafirmación más allá de su valor religioso, que hoy preocupa tirando a poco a gran parte de sus participantes (para entender muchas celebraciones rituales vigentes, hay que tener en cuenta que origen y motivo son dos cosas diferentes). Sus diferencias simbólicas y coreográficas son tantas como lo son las comunidades que las escenifican, cada cual con su propia historia y evolución. Lo que ahora vemos no es más que el resultado de largos procesos de incorporaciones y desprendimientos de elementos significantes; procesos  inacabados, porque, pese a que hay quien afirma lo contrario (de hecho, mucha gente), las tradiciones viven porque se adaptan constantemente a una realidad que nunca se detiene.
Participantes de la Besta Berri de Itsasu. El itsasuar Xabier Itzaina, además de
analizar
los conflictos y la evolución del ritual, nos muestra lo que desde fuera no se ve:
cómo se ocupa el espacio público, quién y cómo lo protagoniza, las relaciones intervecinales, etc. 
El folklore es otra forma de estudiar las realidades locales porque nos permite ver cómo
se percibe a sí misma una comunidad. Que a menudo se caiga en la anécdota, o al contrario,
se le otorgue una trascendencia o supuesta intemporalidad que va más allá de sus participantes,
es otra cuestión. También la historia es a menudo víctima de mixtificaciones interesadas.
 
De todo lo que se podría, decir, pues, solo un apunte, obviamente ligado a este blog: cada año su celebración perpetúa la comunidad que la representa, que se siente con fuerzas para seguir manteniéndose porque tiene otra cita consigo misma el año que viene en la misma (en el caso del Corpus, cambiante) fecha. La Patum y las Besta Berri están históricamente documentadas, mejor o peor, pero lo están. Por cierto, que históricamente han reflejado también conflictos y tensiones, no solo fiesta y celebración. Pero ese es otro tema. Ahora solo quiero recalcar que la medición del tiempo tradicional, es cíclica, no lineal, y dentro del año, el Corpus es un hito fundamental. No cumplir con el rito comunitario es equiparable a infringir una de esas normas no escritas que acarrean castigos míticos, como andar de noche en el bosque, trabajar en fiesta de guardar, no conjurar las tormentas, adentrarse en una sima sin protección religiosa, etc.
Basta por ahora, ya  volveremos con la concepción mítica del tiempo dentro de poco, que San Juan está a la vuelta de la esquina.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada