2013/02/07

El oso, el otro

El animal mítico pirenaico por excelencia, por encima del dragón, es el oso. Porque es mucho más humano: es la representación “del otro”, pero del otro humano. Incluso hoy día, los argumentos que se esgrimen tanto a favor como en contra de su conservación tienen mucho que ver con el imaginario tradicional que le acompaña.

Por otro lado, el oso ejemplifica muchos de los planteamientos, explicitados o no, de este blog: la unidad cultural que subyace en las culturas pirenaicas; una mirada a la naturaleza imbuida de valores sociales; una mezcolanza indisoluble de elementos paganos y cristianos; la descomposición irregular en tiempo y espacio del mundo tradicional, y una más irregular recopilación de su patrimonio cultural, por lo que ahora sus componentes se nos presentan aislados y descontextualizados, como si fueran restos arqueológicos inmateriales…

La figura del oso en los carnavales pirenaicos es como para hacer un blog exclusivo. En lo que respecta a este, me limitaré –prometí ser más breve y no lo estoy cumpliendo– a solo dos anotaciones.

Una: tras décadas de progresiva desaparición no solo del oso carnavalero, sino de los propios carnavales en muchos valles (consecuencia de la despoblación y aculturación general que sufren), es una figura que se está recuperando. Cual indicador ecológico, ahora el oso es también indicador de una recuperación cultural e identitaria. Eso sí, por mucho que mire a las raíces, las nuevas, renovadas o incluso viejas representaciones siempre serán reflejo y motor de una nueva realidad, la actual; por ejemplo, turística.
Hartza: que se vista con pieles ovinas y no piel de oso se entiende, pero
lo de los cuernos de carnero... ¿Tal vez, pese al nombre, porque el animal
queda muy lejos de la realidad de Ituren y Zubieta desde hace más de un siglo?
A la población local y al gentío turístico parece darle igual.
Si mi difunta abuela (eso sí, baztandarra casada a aquel pueblo de mala muerte,
no zubietarra) levantara la cabeza y viera clasificado por el Gobierno de Navarra
como patrimonio inmaterial a aquella sarta de gamberradas...

Porque, aunque no se haya roto cronológicamente la cadena, el significado no puede ser el mismo. El carnaval de Arles, en el Vallespir, mantiene su idea nuclear: el oso despierta (lean la entrada anterior) y baja de la montaña al pueblo hambriento… de sexo. Su víctima es Rosseta, un varón travestido. El cazador la protege y afeita (eufemismo de castra, según dicen quienes saben de estas cosas) la bestia. El cortejo, hasta no hace tanto exclusivamente masculino, es hoy día mixto y la chiquillería se apunta. Y el carácter antes brutal resulta ahora gracioso, y la procacidad sexual, naïf. Incluso manteniendo las formas coreográficas y la continuidad, si la sociedad es diferente, el carnaval no puede ser, no debe ser, si quiere seguir siendo, lo que era. Por ejemplo, lo que antes solo era esparcimiento de mocerío, ahora puede ser ritual de autoafirmación, o reivindicación más o menos cumplida en las recuperaciones, colectiva.

En la maskarada, compuesta de complejas coreografías y múltiples personajes,
el oso existe, pero no es en la actualidad una figura relevante.
Es interesante resaltar que cada año la organiza una localidad que visita
todos los fines de semana, incluido los de Cuaresma, el resto de pueblos del valle,
manifestando y reforzando un sentido de comunidad supralocal.

Y dos: no debería haberme sorprendido, teniendo en cuenta que la misma melodía se conoce como branle de la localidad Bertrix, en la lejana Valonia; pero no pude evitarlo cuando, aterido de frío bajo la nevada, oí la estridente gralla catalana tocar la godalet dantza de la Maskarada  suletina. ¿O es en el carnaval de Zuberoa donde tocan con xirula la “caça del os” de Vallespir?
El oso rapta a Rosseta metiendo sus zarpas en la entrepierna, y el cazador lo persigue.
 

2013/02/02

Que el frío nos pille bajo tejado

Kandelero hotz, negua Joan da motz / Kandelero bero, negua heldu da gero
Es decir, que si hoy, dos de febrero, día de la Candelaria, hace frío, el invierno se va corto. Si hace calor, el invierno viene después. Hay variantes vascas y gasconas, por lo menos, a este refrán algo más que meteorológico: seguro que les suena, de nuevo porque nuestra cultura actual mira más a Hollywood que a los Pirineos, “El día de la marmota”. Pues su variante pirenaica hace (hacía) lo mismo tal día como hoy, pero con oso en vez de marmota. En algunos valles se esperaba a mañana, San Blas. Pero vamos a dejar para la semana que viene a este particular hombre del tiempo, que no mujer, porque estaremos en pleno carnaval y en muchos carnavales pirenaicos, mantenidos o recuperados, cobra especial relevancia la caza del oso, que no de la osa.

Tampoco me voy a centrar en la bendición de las velas típica de este día, y eso que tiene mucho que ver con la religiosidad popular más o menos cristianizada. En el calendario católico la Virgen de la Candelaria responde a la entrada de la Virgen en la iglesia (sería en la sinagoga, pero ya sabemos que el mito y la historia son cosas bien diferentes) tras cuarenta días del parto.
Se supone que en esa cuarentena, las mujeres paridas no abandonaban el hogar, y que su primera salida era, precisamente, a la iglesia. ¿Qué hacer si por necesidad había que salir de la protección que ofrecía la casa en ese tiempo especialmente vulnerable? Porque la vida pirenaica era muy dura, y que las mujeres se quedaran cuarenta días sin salir de casa era poco factible. Sin dejarnos tentar por el mito de la covada, más bien literario y erudito que popular, lo cierto es que la mujer parida pirenaica, como las otras, estaba en un momento muy vulnerable: la mayoría de los amuletos eran para las criaturas y sus madres. De hecho, uno de los nombres vascos de amuleto es zinginarri, literalmente piedra de zingiri, una especie de mastitis.
¿Qué hacer, pues? De todo el Pirineo, solo he encontrado una coincidencia en una forma de protegerse que, cuando la leí –porque por supuesto no la he visto ni oído a nadie– me pareció muy chocante: ponerse una teja en la cabeza: “Esta representa la casa” afirma Barandiaran, aunque después de decir que se usa (él lo pone en presente) solo en caso urgente. Y después afirma que la casa es símbolo de propiedad, por eso se incluían pedazos de teja bajo los mojones.
Mugarri (literalmente, piedra de límite) toponimizado entre Zalduondo y Araia.
Del origen mítico de la frontera entre ambos municipios de la LLanada alavesa,
ver la entrada "Cuentos de viejas" de 14 de mayo de 2012.
De hecho, es muy conocido, por lo vistoso y ya hasta turístico, el ritual de echar una teja al mar que el día de la Magdalena, 22 de julio, celebra el ayuntamiento de Bermeo para ratificar frente a Mundaka y Elantxobe su propiedad del islote de Izaro.
El diario Berria recalcó que una mujer por primera vez (hasta 2011 Bermeo no había tenido alcaldesa) tiraba la teja al mar. Seguro que al periodista ni se le pasó por la cabeza que se la pusiera en la idem. 
Tejados de casas de Zubieta, Navarra: incluso cuando se agrupan en
barrios o pueblos, las casas siguen manteniendo su personalidad física y jurídica.
Sin embargo, en el Pirineo se ha utilizado mucho la tablilla de madera, después sustituida sobre todo por pizarra, más que la teja. Podrían haber cumplido la misma función, pero no me consta. De hecho, las cabañas pastoriles de las parzonerías no se cubrían de teja porque eran de comunales, y los pastores solo tenían derecho de uso, no de propiedad.
Una vez más, mi adorada Garrotxa, comarca tan especial incluso dentro de un concepto amplio del Pirineo, me ofrece un ejemplo similar: sin preocuparse por la propiedad como tal, se centra en el otro aspecto que tanto resaltaba Barandiaran de la casa, que es un espacio protector. Eso sí, recogido en 1951, ya hablaba muy en pasado: “diuen que abans (…) es posava una teula al cap perquè aixì era com si no hagués sortit de casa”.  

Mas de la Garrotxa: pese a las evidentes diferencias de paisaje, materiales,
construcción, funciones, cultivos... el concepto de casa es (o era hasta hace poco)
similar en todo el Pirineo, y por tanto su concepción del mundo tradicional, también.
Gràcies, Jaume. per la foto i per tot.