2013/03/01

Los otros otros

Decía en la anterior entrada que el oso es el animal mítico por excelencia, más que por animal, porque representa “el otro” humano. Pero en los Pirineos ha habido otros otros directamente humanos, y muy otros.

Por supuesto, y pese a idealizaciones actuales, o eruditas desde antaño, las culturas tradicionales pirenaicas no han sido igualitarias, ni mucho menos igualitaristas. Sí es cierto que en el Antiguo Régimen, respecto a sociedades vecinas muy jerarquizadas, en muchos valles las casas/familias constituían unidades con los mismos derechos jurídicos; algunos valles hasta se jactaban de hidalguías, o cuando menos franquezas y libertades, colectivas, que les hacían disfrutar de bienes comunalmente con un pago de impuestos relativamente reducido y sin excepciones; lo cual suponía que las casas más ricas y las más pobres pagaban igual cuando en la práctica las ricas se beneficiaban más de los bienes comunales, cargos públicos, etc. Pero esto no es un blog de historia, por muy apasionante que sea. No me resisto, de todos modos, a poner un enlace para quien tenga interés entender el contexto cultural de lo que se cuenta en este blog (la mitología no está fuera de la realidad, sino que es una forma de explicar relaciones de poder con ejemplos sobrenaturales), ahora que el Conselh Generau dera Val d’Aran está poniendo en red los artículos de la Querimonia, algo así como la Constitución del Valle de hace 700 años.
A cambio, grupos humanos que en otras sociedades ocupaban los puestos más bajos, en los Pirineos quedaban directamente excluidos del orden legal, económico, social y, sobre todo para lo que ahora nos interesa, del imaginario colectivo, de la forma en que las colectividades se representaban a sí mismas, por ejemplo en el folklore. Ahora el folklore es término secundario, a menudo despectivo; pero yo hablo de los tiempos no tan lejanos en los que representar ciertas coreografías en ciertos espacios reflejaba y a la vez reforzaba el quién es quién de cada comunidad.
 
Por ejemplo: ¿por qué no podían bailar los agotes en la plaza, o participar en las procesiones, o ser enterrados junto a los “cristianos viejos”? Entre otros muchos orígenes y atributos, a cual más fantástico incluso cuando se pretende histórico, voy a contarles el de una prima de mi madre, Kattaliñ Ansalas Perurena, que oyó cuando trabajaba de dependienta en Elizondo, capital y centro geográfico de Baztan (ella era de una esquina, Almandoz, y la memoria de los agotes se mantenía aún en la otra, en Arizkun y Erratzu): una gitana huyó con el Niño Jesús en brazos mientras unos judíos la apedreaban. No sabía nada más, y no me quedó nada claro si los agotes descendían de los judíos apedreadores o de la gitana ladrona. Varios libros vascos y algunos catalanes después, he deducido que se suponía a los agotes descendientes de los judíos deicidas (todavía en grado de intento), luego cristianos pero siempre bajo sospecha. La gitana no robaba el Niño, sino que lo salvaba en su huida. Por eso los gitanos tienen derecho a ser nómadas y a vivir, aunque no sin conflicto, al borde de los cristianos. Obviamente, como el fenómeno de exclusión agote se extendió por toda Gascuña y también norte de Aragón pero no hasta el Pirineo catalán, en las versiones catalanas se insiste en el derecho de los gitanos al nomadismo, y los judíos simplemente siguieron siéndolo.
Hoy día, el folklore pirenaico sigue recogiendo en coreografías, sobre todo pero no solo carnavalescas, la presencia estereotipada de los otros, a veces tan otros que no son “nuestros gitanos”, sino caldereros nómadas, zíngaros de la Hungría, y tan recientes que “venimos en tren especial”.
Otro y otro: calderero con oso en Irun.
Y como súmmum de mezcolanzas, hoy día solo como componentes coreográficos en Lapurdi y Baja Navarra, sobreviven los kaskarotak, que hay quien dice que fueron un subgrupo con su propio folklore y su propia lengua inserta en la vasca, surgidos de uniones de personas de ambas etnias, la gitana y la agote; incluso la morisca, en su exilio a principios del XVII.
Kaskarotak bailando en carnaval en Heraitze, barrio de Uztaritze, Lapurdi.
Pero ya va a ser demasiado contar por hoy, porque el número de otros no se agota en una entrada.

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