2012/07/20

El rey don García / de caza salió…

…La Virgen María / se le apareció.

“Y siguen otros estribillos preciosos”. Así me recibió una señora en cuanto llegué a la plaza de Santa María de Nájera. ¡Toma patrimonio inmaterial! ¡Y del mío, del mítico! Y sin darme tiempo a preguntarle dónde estaba la Escuela de Patrimonio Histórico, sede las Jornadas sobre Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Tampoco esta vez me voy a detener en las muchas consideraciones que se pueden hacer de las Jornadas. Por seguir con lo apuntado en los Col·loquis de Barcelona, solo diré que se insistió en los riesgos de las declaraciones de Patrimonio Inmaterial: que cómo se gestiona oficial y administrativamente algo que se reconoce por definición inmaterial; que en vez de favorecer ese bien puede matarlo –o al menos enfermarlo– de éxito al distorsionar los valores premiados (por ejemplo, de elemento cohesionador de una comunidad a espectáculo turístico:  sin estar contra el turismo, se generan serias dudas de si el beneficio económico repercute en la comunidad portadora del bien, y/o si lo hace equilibradamente…); que si cómo se puede regularizar legalmente un bien inmaterial… o al revés, si las tradiciones pueden quedar  exentas –impunes– del orden jurídico establecido, desde el municipal hasta la Unión Europea; que tanto como de los valores del patrimonio se podría hablar de contravalores, o simplemente valores hoy día no compartidos, porque las comunidades ni son homogéneas ni falta que hace… En fin, que cada vez que te asomas a una puerta, se te abre todo un mundo complejísimo.
Y como buen congreso y similar, lo más gratificante recayó en las conversaciones extraoficiales en torno al buen comercio y bebercio (¡estábamos en la Rioja!), o simplemente en las charlas informales en las pausas de café, y volver a ver a algunos de los que estuvieron en Barcelona, o en Graus en mayo, o a personas que hacía años que no nos saludábamos o nos conocíamos tangencialmente. Se habló mucho y con pasión, con la notable ventaja de no estar siempre de acuerdo, ya que la uniformización de pareceres es muy sosa.
En lo que sí hubo unanimidad es que si el patrimonio inmaterial vive es precisamente porque cambia constantemente para adaptarse al medio que le da sentido. Se descartó expresamente el término conservación: el patrimonio vivo no se puede almacenar en condiciones estables de luz, temperatura y humedad y mostrarlo al público en vitrinas. Claro que no se vive sin tensiones ni basta el voluntarismo para su salvaguarda. Siguiendo el ejemplo de un ponente canario: desde la generalización del teléfono móvil, ¿para qué sirve ese maravilloso lenguaje bucal pero no verbal que es el silbo gomero, que permite comunicarse entre valles y montes cercanos en línea recta pero lejos y escarpados a pie? Y eso que nunca se queda sin batería o sin cobertura.

Esta vez el ejemplo mítico, con el que involuntariamente me topé antes incluso de empezar, obviamente no es pirenaico. Por mejor decir, no es solo pirenaico, y seguro que les suena en alguna de sus muchas variantes por todo el orbe católico: Don García salió de caza y, persiguiendo al halcón que perseguía a la perdiz que entró una cueva, se halló con una imagen de la Virgen, una jarra de azucenas, una campana y una lámpara de aceite encendida. Aquí ni siquiera se recurre al tan manido relato de que  hasta tres veces quisieron trasladar la imagen a lugar más cómodo y tres volvió al lugar original, interpretado como deseo de la Virgen de permanecer allí mismo. Por tanto, tampoco yo volveré a insistir en la importancia que en estos relatos míticos tiene el lugar donde transcurren.
En Santa María la Real de Nájera, como en San Miguel de Aralar y otros muchos
ejemplos, el lugar donde transcurre el mito se inserta en el templo que lo rememora.
Como me he vuelto a alargar, dejo otro ejemplo muy pirenaico fuera de los Pirineos (ni en su sentido más extenso cruzan el Ebro) para otra ocasión.

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