2013/04/28

Viendo crecer la hierba


Quien se haya interesado por la obra de Gaudí sabrá que la observación de la naturaleza es una de sus principales características. En su caso los resultados son sorprendentes, parecen mágicos. Novedoso, pero no algo nuevo; de hecho, es la base de la ciencia. Generalmente ciencia y mito se suele contraponer, y casi siempre en detrimento del segundo. Sin entrar en que sus fines son diferentes, y sin cuestionar lo mucho que de prejuicio ha tenido (¿tiene?) la investigación científica a lo largo de la historia, el Pirineo nos ofrece casos en los que lo mitificado, precisamente, es la observación de la naturaleza y su aplicación técnica. Ya se puso un ejemplo en la entrada del 8 de abril de 2012, donde los basajaunes (o el diablo, que más sabe por viejo) conocen secretos que estaban ahí, pero los cristianos no eran capaces de apreciar. La sierra surge de fijarse en la hoja del castaño.
hoja de castaño
Hoja de magnolio expuesta en el centro de interpretación de Gaudí en Reus:
"El gran llibre sempre obert i que cal esforçar-se a llegir es el de la naturalesa;
els altres llibres estàn extrets d'aquest i a més contenen les equivocacions i les
interpretacions dels homes"
Ciertamente, el de la sierra es un ejemplo simplón si se compara con los resultados de Gaudí. Pero hay otro secreto de los basajaunes (hay más, pero hoy baste con este), el mismo de los dragos de Coserans y de les hades de las Landas (¿femeninas o masculinas? porque siempre vinculamos hada con mujer y herrero con hombre: interesante tema, pero para otra vez). Actualmente es incluso difícil de explicar, tan lejos vivimos de la forja tradicional. Se conoce como soldadura a la calda, y consiste en unir dos piezas de hierro al rojo vivo añadiendo entre ellas una especie de arcilla de río. Dicho así parece fácil, pero exige una aguda observación del momento exacto en que el hierro adquiere un color determinado y comienza a “sudar”, es decir, a desprender finas gotas fundidas: si lou fer a seudat, sable de ribiero i a boutat. Es imprescindible saber calcular la temperatura, obviamente sin termómetro y observando el color y textura, ya que si es más baja la arcilla o arenilla (que no es cualquiera, ni preparada de cualquier modo) no ejercerá de aglutinante, y si la temperatura es más alta, tampoco. Sin conocer esta técnica era prácticamente imposible fabricar hachas, cadenas, etc.
Frabricar un hacha consiste en doblar una pletina de hierro en U e insertar una
cuña de acero en sus extremos. Si se hace bien, el resultado soportará la enorme
presión de  miles de golpes hasta que el filo de acero se desgaste por el uso.
No es de extrañar que  los herreros aparezcan constantemente en los mitos pirenaicos, a menudo de forma ambivalente, por necesarios y temidos, tan inextricable es su oficio y tan beneficiosos sus resultados.
Porque, si ya es difícil aprender la técnica, ¿cómo no creer sobrenatural que alguien llegara a concluir que la arcilla aplicada al hierro rusiente actúa de pegamento?

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada