Quien se haya interesado por la obra de Gaudí sabrá que la
observación de la naturaleza es una de sus principales características. En su
caso los resultados son sorprendentes, parecen mágicos. Novedoso, pero no algo
nuevo; de hecho, es la base de la ciencia. Generalmente ciencia y mito se suele
contraponer, y casi siempre en detrimento del segundo. Sin entrar en que sus
fines son diferentes, y sin cuestionar lo mucho que de prejuicio ha tenido
(¿tiene?) la investigación científica a lo largo de la historia, el Pirineo nos
ofrece casos en los que lo mitificado, precisamente, es la
observación de la naturaleza y su aplicación técnica. Ya se puso un ejemplo en
la entrada del 8 de abril de 2012, donde los basajaunes (o el diablo, que más
sabe por viejo) conocen secretos que estaban ahí, pero los cristianos no eran
capaces de apreciar. La sierra surge de fijarse en la hoja del castaño.
hoja de castaño |
Ciertamente, el de la sierra es un ejemplo simplón si se compara con los
resultados de Gaudí. Pero hay otro secreto de los basajaunes (hay más, pero hoy baste con este), el mismo de los dragos
de Coserans y de les hades de las Landas (¿femeninas o masculinas? porque
siempre vinculamos hada con mujer y herrero con hombre: interesante tema, pero
para otra vez). Actualmente es incluso difícil de explicar, tan lejos vivimos
de la forja tradicional. Se conoce como soldadura a la calda, y consiste en unir dos piezas de
hierro al rojo vivo añadiendo entre ellas una especie de arcilla de río. Dicho
así parece fácil, pero exige una aguda observación del momento exacto en que el
hierro adquiere un color determinado y comienza a “sudar”, es decir, a
desprender finas gotas fundidas: si lou fer a seudat, sable de ribiero i a
boutat. Es imprescindible saber calcular la temperatura, obviamente sin
termómetro y observando el color y textura, ya que si es más baja la arcilla o
arenilla (que no es cualquiera, ni preparada de cualquier modo) no ejercerá de
aglutinante, y si la temperatura es más alta, tampoco. Sin conocer esta técnica
era prácticamente imposible fabricar hachas, cadenas, etc.
No es de extrañar que los herreros aparezcan constantemente en los
mitos pirenaicos, a menudo de forma ambivalente, por necesarios y temidos, tan
inextricable es su oficio y tan beneficiosos sus resultados.
Porque, si ya es difícil aprender la técnica, ¿cómo no
creer sobrenatural que alguien llegara a concluir que la arcilla aplicada al
hierro rusiente actúa de pegamento?
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