Hoy, nueve de septiembre, se celebra la Virgen de Arantzazu. Ayer, 8 de septiembre, casi todas las demás. De las pirenaicas, tal vez la más conocida es la de Núria (Lurdes es caso aparte; pero no aparte de este blog). Ambas, además de ser advocaciones cristianas, comparten mucho: son toponímicas (vírgenes de ese sitio, no de una advocación “temática”, como los Dolores o la Inmaculada), son objeto de una devoción que va bastante más allá de los valles inmediatos, hay muchos testimonios documentados de donativos por su intercesión en las circunstancias más variadas y los lugares más lejanos, etc. Y sobre todo, atraen la devoción de los pastores trashumantes... o tal vez sea más correcto decir que sus devociones surgieron por ser zonas de pastoreo. También tienen sus diferencias: Arantzazu es más “meteorológica”, vinculada tanto a la lluvia y las tormentas como a la sequía (cara y cruz de un difícil equilibrio atmosférico), mientras que la de Núria está muy invocada para la fertilidad.
En ambos casos, como en otros muchos, suponen la cristianización de creencias paganas, y en ambos la sustitución del culto pagano por el cristiano se presenta como una victoria del cristianismo… para seguir haciendo lo mismo. En Arantzazu, los pastores entregaban ofrendas de corderos al convento. Una vez, “gaiztoa” (la mala, puesto que se trata de un genio femenino, con un nombre que ya indica el cambio de percepción del genio pagano; Barandiaran pone ejemplos de ofrendas voluntarias de carneros a Mari, y ya se ha hablado de ello y sus correspondientes pirenaicos catalanes hace pocas entradas) arrebató a un pastor la ofrenda, hasta que un fraile se atrevió a entrar en su morada, una sima, y llevarse “lo que era suyo”.
En Núria se da el mismo proceso de sustitución: era un sitio plagado de genios paganos, a los cuales “Els pastors de Núria estaven obligats a retre’ls culte perquè eren els déus protectors dels ramats i dels pastors”, divinidades a las que habían “d’oferir ovelles i moltons en sacrifici”. El resultado es el mismo: los pastores “pagan la protección” que reciben; pero en el paganismo se presenta como una obligación no deseada, incluso un robo, y en el cristianismo, como ofrenda… ¿totalmente voluntaria? Vamos a dejarlo ahí por ahora.
La oveja latxa con sus variantes, o la xisqueta pallaresa, son dos ejemplos de adaptación natural cultural de las especies autóctonas a su paisaje. |
Tradicionalmente, se ha planteado la supervivencia de ritos y mitos paganos en el Pirineo durante dos milenios como una rareza, fruto del aislamiento y de una tardía y deficiente cristianización. No es exclusivo del Pirineo. En Bretaña, país de leyendas donde los haya, a la vez que muy católico hasta hace nada, esa pervivencia se ha interpretado del mismo modo.
Anuntzi Arana lo explica, por decirlo rápidamente, dándole la vuelta: la persistencia de elementos paganos se entiende precisamente por un sincretismo con la religiosidad popular cristiana, que no siempre es lo mismo que predica el dogma de la Iglesia Católica. En cuanto el cristianismo ha dejado de ser el eje que concibe y explica el mundo y las relaciones sociales, los elementos paganos han dejado de tener sentido y la cadena de transmisión de relatos se ha cortado, incluso en lugares montañosos cuyo modo de vida sigue siendo básicamente pastoril, como son Núria y Arantzazu.
Si no se hubiesen reinterpretado los relatos de Arantzazu y Núria como la victoria cristiana, tal vez no nos habrían quedado constancia de esos cultos y ofrendas paganas.
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